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Emotivo reencuentro con sus raíces en el béisbol invernal puertorriqueño 

Hace 51 años Mike Ondina, hijo de un boricua de Gurabo, debutó con los Criollos de Caguas luego de convertirse en el jugador de ascendencia puertorriqueña mejor bonificado en la historia de las Mayores 

Por Rubén A. Rodríguez 

                Bajo un sol incesante y un calor extremadamente sofocante, Mike Ondina caminó por el terreno del estadio Yldefonso Solá Morales junto a varios familiares unos días antes del comienzo de la temporada. 

                Se paró detrás del plato luego de pisar el cuadro interior y visitar los jardines. Grandes recuerdos le vinieron a su mente. Todo transcurrió  como una especie de película. 

                Pero ¿quién era ese espigado caballero de 69 años que ‘invadio’ el terreno de juego del histórico estadio cagüeño mientras empleados de mantenimiento trabajaban afanosamente en preparación para el inicio de la temporada de la Liga de Béisbol Profesional Roberto Clemente el 4 de noviembre? 

                En el 1972 y con apenas 18 años, Michael Dario Ondina, nacido en California, pero hijo de un puertorriqueño nacido en Gurabo, se convirtió en el jugador de ascendencia boricua mejor bonificado en la historia tras ser seleccionado en la primera ronda (turno 12) por los Medias Blancas de Chicago. 

                Recibió la cuantiosa suma de $50,000. 

                Ese mismo año fue reclamado por los Criollos donde jugó los primeros años de su relativa corta carrera en el profesionalismo. 

                Ondina estuvo a mediados de octubre unos días de visita en Puerto Rico donde aprovechó para visitar familiares y recordar sus años como pelotero de la liga invernal en particular con los Criollos. 

“Esta liga realmente fue mi Grandes Ligas. Yo estuve en Triple A y en un año en el roster de los White Sox. Pero vine a la liga de Puerto Rico a jugar con grandes peloteros de aquí y también importados. Jugué con jugadores que fueron Salón de la Fama. Esto para mí era mis Grandes Ligas”, dijo Ondina sentado en el camerino de los Criollos junto a su primero Arturo Ondina, vice presidente de los Criollos. 

“Significó mucho para mí estar aquí. Grandes y bonitas memorias los años que estuve en la liga”. 

Ondina jugó en la Isla como nativo aunque nunca residió en el país. Su padre era natural de Gurabo –criado en Caguas- y sirvió en el ejercito de los Estados Unidos. Se mudó a California junto a su esposa y fue allí donde nació Mike. 

Éste estudiaba en Cordova High School en California cuando fue reclamado por Chicago. 

“Venía a Puerto Rico a jugar con Caguas pero también veníamos para visitar cuando estaba creciendo”, recordó. 

“Tampoco puedo dejar de recordar que yo quería acercar los lazos con mi familia de Puerto Rico. Yo solo tenía 18 años. Veníamos de tiempo en tiempo para acá. El venir a jugar aquí me ayudó mucho. Mi familia de aquí era muy cariñosa. Quería estar con ellos, tú sabes cosas de familia. Fue muy afortunado que eso pasara”. 

“En aquel momento recibí una bonificación de $52,000.  Ahora serían un par de ceros adicionales”, dijo riendo. “En aquel momento era un buen dinero. En comparación que aquellos tiempos era un buen dinero”. 

Ondina fue seleccionado en dicho sorteo por encima de los miembros del Salón de la Fama, Gary Carter y Dennis Eckersley (tercera ronda). Así como John Candelaria (segunda ronda), Willie Randolph (séptima) y Scott McGregor (turno catorce). 

“Yo quería jugar béisbol. Era lo que realmente me importaba. Obviamente yo no era el único que estaba siendo evaluado por los escuchas. En mi escuela superior habían dos o tres jugadores que iban a ser firmados en el profesionalismo. Así que en nuestros juegos iban muchos escuchas. Por eso pensé que tendría alguna oportunidad, pero jamás que sería seleccionado en una primera ronda”. 

“Estaba tomando mis clases y me sacaron de una de ella para decirme que me habían seleccionado los Medias Blancas en la primera ronda. Yo era de California y no sabía nada de los Medias Blancas. Nosotros sabíamos de San Francisco (Giants)”. 

“Recuerdo que los Medias Blancas me llamaron y me preguntaron “qué sabes de Chuck Tanner?. –quien era el manager de Chicago ese año- Yo no sabía absolutamente nada sobre él y tampoco sobre los White Sox”, añadió riendose a carcajadas”. 

“Así me pasó con otras preguntas. En verdad fue una sorpresa que me escogieran en el sorteo, pero me sentí bien contento que me dieran esa oportunidad”. 

Ondina, quien reside en Jacksonville, jugó en Puerto Rico con los Criollos, Indios de Mayagüez y Vaqueros de Bayamón durante seis temporadas, un periodo corto  en realidad pero suficiente para acumular un mar de experiencias. 

Ondina recordó sus años en que fue compañero de equipo de grandes figuras como Guillermo Montañez, Félix Millán y Jerry Morales. 

 “Quizás personas no están de acuerdo conmigo, pero veía a los Criollos como los Yankees. Las expectativas eran ganar. Era un gran equipo. Tenía jugadores excepcionales. Una gran organización, buenos dueños. Para ese tiempo estaba el doctor Emigdio Buonomo. Mi año preferido fue cuando fui dirigido por Doc Edwards (1977-78). 

“Tuve la oportunidad de jugar con bastante regularidad. Estuve ‘platooneando’ en los jardines y jugaban contra los derechos. También jugué en primera base.  

Ese año los Criollos estaban conformados por un extraordinario grupo de jardineros compuesto por José ‘Cheo’ Cruz, Jerry Morales y Sixto Lezcano, quien terminó tercero en bateo. 

“Estuve jugando en primera base en lo que Montañez y Eddie Murray se integraban al equipo,”dijo mostrando una pícara sonrisa. 

“O sea que perdí la oportunidad de jugar primera base y designado el mismo día”. 

“Tuve la oportunidad de jugar más en el ‘left field’ porque Edwards tenía confianza en mí. Pero había una gran calidad de jugadores en el equipo”. 

Ondina, quien venía de jugar a nivel Triple A en esa temporada, terminó promediando .361 con 26 hits en 72 turnos (31 desafíos) con dos jonrones y once remolcadas. 

“Yo necesitaba jugar aquí y me lo disfruté. Tuve una bonita experiencia. Como dije anteriormente: este fue mi Grandes Ligas”. 

“Jugué también un par de temporadas. Allí tuvimos buenos equipos también.  Jugué el año después de que habían ganado el campeonato de la Serie del Caribe con Rene Lachemann”, dijo recordando la temporada del 1977-78. 

Ondina recuerda haber jugado con figuras como Kurt Bevaqua, Lance Parrish, Jim Dwyer y el miembro del Salón de la Fama Jack Morris en la tropa mayagüezana. También admitió tener bonitos recuerdos de los fenecidos Ramón Avilés y Luis ‘Tite’ Arroyo (entonces gerente general), a quien describió como una persona “con mucha clase”. 

Ondina, quien nunca tuvo la oportunidad de participar en una Serie del Caribe, admitió que no ha podido seguir con consistencia las incidencias del béisbol puertorriqueño aunque espera hacerlo através de las nuevas plataformas. 

“Pero esto es fantástico estar aquí otra vez y poder ver todo de nuevo. 

La carrera de Ondina fue relativamente corta. Tras seis años en el sistema de liga menor de los Medias Blancas fue cambiado a los Reales de Kansas City en el 1978. Fue asignado a Jacksonville de la filial Doble A. 

Luego de jugar brevemente en la Liga de México en el 1979 y estando de regreso con los Reales, Ondina con apenas 25 años, tomó la decision de retirarse como pelotero. 

“Eso fue durante los campos de entrenamientos. Ya yo había estado en Doble A anteriormente. Yo nunca perdí un juego mientras estuve sin lesions. Entonces al siguiente año volví a Jacksonville. Pero en esta ocasión estaba dividiendo mi participación con otro jugador y eso no era una buena señal. Entonces hablé con director desarrollo de liga menor de este momento que era Dick Balderson y le pregunté si me podían cambiar o dejar libre y al otro día me dejaron libre”. 

“Siempre me dije desde que comencé mi carrera que había solo un sitio para jugar béisbol y ese era las Grandes Ligas. Pensé que era mejor irme a otro lugar y tratar de ser exitoso”. 

Ondina recibió una oportunidad para trabajar como gerente general de la novena de Jacksonville – el más joven en aquel momento con 30 años-. 

“No había mucho dinero. Uno tenía que amar el béisbol para hacerlo pero era el momento de hacer otra cosa”. 

Ondina, quien adelantó que se propone visitar de Nuevo la Isla para ver a los Criollos jugar, contó una anecdota que le vino a la mente mientras caminaba por el terreno de juego del Solá Morales. 

“Caminé por el outfield para poner en perspectiva de cómo era antes. El terreno está en en excelente condiciones. La grama mucho mejor. Estas personas han hecho una gran trabajo aquí. Tiene las misma dimensiones que cuando jugué, pero la pared (las vallas) es nueva “. 

“Recuerdo que Mike Schmidt pegó un jonrón que fue a caer a la calle por el bosque central-derecho. Eso fue impresionante. Un batazo por la banda contraria. Todo comenzó (memorias) a regresar a mí. Fue bonito”, concluyó. 

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